
Toda sociedad busca medios para hacer catársis, expiar sus pasiones y los dolores del pasado, por mucho que algunos no hayamos vivido aquellos difíciles momentos, cargamos con sus muertos, los que tenemos que purificar, aunque sea veinte años después, o por la razón o la fuerza... o el arte.
Por eso, Dawson, Isla 10 es una necesidad nacional. Porque sana, reconcilia y unifica, a pesar de tomar el mismo tema archimanoseado por el cine chileno de las últimas dos décadas, pero esta vez sin víctimas ni victimarios, sin represiones ni reprimidos, sin apuntar el dedo a nadie.
Sobria, distanciada, de acuerdo a las exigencias de los tiempos, alejada de las añejas pasiones partidistas. Cada vez más sabio, Miguel Littin, quien siempre ha teñido su obra de tintes políticos, expande aquellos mismos viejos temas y los lleva al siguiente nivel, a un lugar donde no hay patrias ni colores, si no una blanca y pura capa de nieve sobre una isla poblada de seres humanos.
No hay que confundirse, no se trata de un retrato histórico o de un relato documental. Como dijo, emocionada hasta las lágrimas, la presidenta Michelle Bachelet el día del estreno, no es que sea emocionante porque haya ocurrido realmente, si no por lo que es. Porque el cine, como arte que es, es más real y más grande que la vida misma.

Porque lo que importa es el retrato de la humanidad en todo su esplendor, en sus lados feos y bonitos y con los conflictos internos que todos tenemos. No hay villanos. ¡Oh, gran novedad en la enorme colección de películas sobre el golpe! No hay nadie a quien echarle la culpa, y con gran locuacidad, en varios momentos llegamos a enternecernos de los soldados, y de la relación paternal que algunos de los prisioneros forman con ellos. "Sí, mi prisionero", dicen ellos, con un respeto que los hace tan, tan humanos.

El ejemplo más claro es el gratificante papel de Luis Dubó, y esas conmovedoras escenas de acercamiento a sus prisioneros. No fueron pocas las lágrimas que corrieron cuando le tiende una naranja a José Toha, ni pocas fueron las risas contenidas en la escena de los frutos secos.

Ni siquiera las borrosas escenas del bombardeo a la Moneda rompen con el molde. Aunque resultan sorprendentes por el privilegiado punto de vista y por la extraña sensación de estar viendo un fantasma (simplemente, el actor es igual a Allende), están siempre enmarcadas en la memoria colectiva de los personajes del relato, les da un asidero y una identificación común, que de paso enaltece y mitifica aún más la figura del martirizado presidente.

Quizás lo único que resulta extraño es el inesperado e inócuo final, que llega de repente, sin mucho aviso ni mucha justificación drámatica. Pero ese mismo quiebre nos retorna a la realidad, aunque sin abstraernos por completo de lo visto. El magnético discurso de Allende que acompaña los créditos - en una versión musicalizada - nos obliga a quedarnos un rato más clavados en la butaca.

Dawson, Isla 10

2009
Paises: CHILE – BRASIL - VENEZUELA
Productora: AZUL FILMS - VPC CINEMA PRODUÇOES ARTÍSTICAS, VILLA DEL CINE
Director: MIGUEL LITTIN
Productor Ejecutivo: MIGUEL LITTIN / WALTER LIMA / M.IOAN LITTIN MENZ
Guión: MIGUEL LITTIN, BASADO EN EL LIBRO DE SERGIO BITAR
Director de Fotografía: MIGUEL IOAN LITTIN, aec
Director de Arte: CARLOS GARRIDO
Montaje: ANDREA YACONI
Música: JUAN CRISTÓBAL MEZA
Sonido Directo: NICOLÁS HALLET / SIMONE DOURADO
Diseño De Sonido: MIGUEL HORMAZÁBAL
Maquillaje: GUADALUPE CORREA
Vestuario: MARISOL TORRES
Productores Asociados: CRISTIÁN DE LA FUENTE / ALEN CINE / CRISTINA LITTIN MENZ
Director De Producción: JORGE INFANTE
Productor Delegado: HERNAN LITTIN
Jefe De Producción: JULIO JORQUERA
Actores
BENJAMÍN VICUÑA
BERTRAND DUARTE
PABLO KRÖGH
CRISTIÁN DE LA FUENTE
Sergio Hernández
Luis Dubó
Caco Monteiro
Horacio Videla
Matías Vega
Alejandro Goic