viernes, 15 de mayo de 2009

La Princesa Mononoke

En mi cruzada por derrumbar todos los prejuicios, hay uno en particular que aún se resiste con bastante. Todavía existen los individuos que creen que la animación japonesa (o animé) es para ñoños o pernos o derivaciones de esas. Sin embargo, esa idea es cada vez más débil, porque la animación es cada vez más difundida, porque los que veíamos "monos chinos" cuando chicos ahora estamos grandes, porque el mercado norteamericano la está absorviendo como loco... y principalmente (y esta es mi teoría personal) porque ahí encontramos la cantidad y la calidad de historias que queremos ver, que necesitamos ver.

Por lo demás, hay un nombre que destaca no solo en el círculo del animé. Hace algunos años que todo cinéfilo que se aprecie a sí mismo debe haber visto al menos una película del maestro Hayao Miyazaki.

Con su última película por estrenar (Gake no ue no Ponyo), Miyazaki es el Rey Midas de la animación mundial. Todo el mundo parece estar esperando a ver qué hace, y cada vez que ha anunciado su postergadísimo retiro, todos tiemblan. Es nuestro favorito, y parece que todos necesitamos que siga haciendo películas. ¿Pero por qué? Pues porque tiene un talento muy raro y muy necesario: sabe contar historias.

La sustancia

"Mononoke Hime", como se llama en su idioma original, fue la película que le abrió las puertas del mundo a Hayao Miyazaki, aunque fue con posterioridad a su estreno. Fue la película con la Miramax (estudio subsidiario del monstruoso Disney) se fijó en él, y la estrenó en EEUU con una muy limitada publicidad y distribución. Error. Meses después, cuando la película se hizo conocida en el circuito privado, la demanda creció como la espuma y lo alegatos a las distribuidoras no tardaron en llover. De un día para otro, todo el mundo quería ver "La princesa Mononoke" en el cine (aunque ya la habían visto en su casa).
La crítica (la especializada y la no) la recibió de maravillas y fue entendida como una historia principalmente ecológica, bajo la mirada de la mitología japonesa. Lo que es la ignorancia.

Sí, tenemos que reconocer que se trata, efectivamente, de una historia que deja una gran enseñanza ecológica, pero eso sería no escarbar lo suficiente. Lo que tiene "Mononoke", que es fundamental, es que ese mensaje ecológico aparece junto otras cosas tanto o más importates, que nuestra mentalidad occidental no es capaz de identificar a la primera.

No se puede disvincular lo religioso de lo "ecológico". El Dios del Bosque es más que una metáfora; es una alegoría y una manifestación concreta de todo el sistema de creencias japonés (o incluso del oriental). Lo que nosotros no hemos aprendido a ver es que la naturaleza y dios son una misma cosa, y que la eliminación de uno destruye al otro. Hasta ahí sigue quedando bastante positivista y occidental; pero lo que hace "Mononoke" (y la obra de Miyazaki en general) es agregar un último factor: nosotros también somos parte de la naturaleza y parte de dios. Por lo tanto, todo acto destructivo es, en sí, autodestructivo.
Todo la infraestructura moral de la película se basa en esos principios, que son extendibles a la supraestructura narrativa. Debe ser un personaje como Ashitaka el que debe retornar el equilibrio al mundo; manchado, martirizado, pero portador de valores tan elevados que al final de la historia puedan alzarlo a él como un héroe, un personaje mítico.

Pero la película lleva el nombre de San, o la "Princesa Mononoke", que tendría que ser correctamente traducido como "la princesa de los espíritus vengadores". Ahí descansa gran parte de lo que podríamos identificar como el mensaje ecológico: esta niña que lidera, llena de rabia, el contraataque de las fuerzas de la naturaleza contra los progresistas humanos. Pero ella también es humana, a pesar de que niega su naturaleza. "Apesto a humano" es una de las primeras frases que se le oyen decir. Sin embargo, ella no es la protagonista.
Al otro lado tenemos otro personaje femenino. Lady Eboshi es la señora de la Ciudad del Hierro, una pequeña aldea que se dedica a fabricar armas de fuego, representada como todo lo opuesto al mundo del bosque. Sin embargo, este antagonista que podría ser descrita como un malo estereotípico, es una buena mujer, que cree firmemente en lo que ella considera bueno y necesario, que protege a su pueblo y que cuida de los descastados y los que nadie más cuida; los leprosos, lo más bajo de la escala social. En otras palabras, ella no es simplemente "la mala". Es algo más; es lo representativo del progreso, que cree en sus virtudes, pero que no ve el mundo que le rodea porque es cegado por la ambición. Pero ella tampoco es el personaje principal.

Este choque es inminente, es el conflicto central de todo lo que existe en este escenario evidentemente mítico y evidentemente épico. Ambos mundos, el bosque versus la ciudad, la tradición versus el progreso, la mujer joven versus la más vieja, deben enfrentarse y eliminarse mutuamente para que el equilibrio se recupere. ¿O no?
La épica

Va a sonar machista, pero no puede ser nadie más que el hombre (ojalá joven y buen mozo) quien pueda restaurar el equilibrio. Desde una perspectiva mítica, la venganza es la vía a la recuperación del balance. Pero como todos sabemos, el exceso de venganzas solo convierte el conflicto en un círculo vicioso permanente, y cuando eso sucede, nada mejor que una redención y un sacrificio.

Ashitaka es el espíritu redentor, que como tal debe venir de otro lugar y contar con una perspectiva virgen e imparcial, debe tener una misión superior que lo lleve a limpiar su propio espíritu y debe convertirse en el portador de la nueva conciencia para los protagonistas de este duelo épico.

Todos estos son los elementos sustanciales de "Mononoke". Son arquetipos, muy frecuentes en la mitología y en el subconciente, además de ser todos personajes complejos, pero no por eso menos queribles y añorables. De hecho, es el necesario impulso hacia la acción lo que los hace admirables: son personajes que se mueven por lo que quieren.
Son los componentes de todo relato épico, de toda historia que nos remita al comienzo de un mundo. "Mononoke" es más que un mensaje ecológico. Contiene el origen mismo de la ecología, nos ayuda a entender porque hizo falta que inventáramos esa palabra. Habla también del sentido mismo de la humanidad, del vacío identitario de sus personajes y de la necesidad de responder esas preguntas existenciales volviendo al origen, a lo básico. Porque todo el conflicto existente entre estos tres personajes existe también en nosotros. Pueden preguntarle a Freud, si no me creen (pista: yo, ello, superego. Ashitaka es el Yo. Vean ustedes cómo reparten el resto entre Lady Eboshi y San).

El gran cuentacuentos

Hayao Miyazaki se ha convertido en el ícono que es hoy por muy buenas razones. Después de "El viaje de Chihiro", gracias a Dios, toda su obra se expandió por occidente como la pólvora, causando múltiples efectos de fascinación, recogimiento y admiración. Esto es porque sabe contar muy buenas historias. Los elementos arquetípicos de "Mononoke" se repiten, en variantes, en todas sus películas, y a pesar de que son inconcientes, causan un enorme sentido en el público. Nos hacen más concientes de nosotros mismos.
Ya lo he dicho antes: las historias no tienen otro fin que servirnos de examen de conciencia. Y la obra global de Miyazaki cumple esa función de forma perfecta. Sobre todo en occidente, donde nuestras historias se están agotando, o más bien, nuestros narradores.

Pero una buena historia no solo requiere arquetipos para funcionar. Requieren belleza, esa que conduce al éxtasis y al disfrute, y requieren ser entretenidas, para que ese goce sea más intenso, para que esa catarsis final sea absolutamente purificadora, para que la satisfacción sea total. Y eso también se cumple en esta serie de películas, que son todas plásticamente muy, muy bellas, y dramáticamente muy, muy entretenidas.

Demás está decir que he escogido "La Princesa Mononoke" porque la considero, al menos, una de las dos realmente enormes obras de Miyazaki. La otra ya sabrán de cuál se trata, aunque no creo que sea sorpresa para nadie.
"Mononoke Hime"
Japón, 1997

Director: Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki
Productor: Toshio Sukuke
Música: Jô Hisaishi
Fotografía: Atsushi Okui
Edición: Hayao Miyazaki, Takeshi Seyama
Dirección de arte: Satoshi Kuroda, Kazuo Oga, Yôji Takeshige, Naoya Tanaka, Nizou Yamamoto

Premios: 11
Ranking IMDb: 126
Puntiación IMDb: 8,3

5 comentarios:

  1. Todo lo que ha hecho Miyazaki es genial, TODO. Aunque no he podido ver Ponyo, me imagino que debe ser alucinante too...

    Saludos!

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  2. Que historia más bella. Una de mis películas favoritas de toodo el mundo. Como bien dijiste, Mononoke en verdad habla de cómo uno ES la naturaleza, nada de greenpeace ni cuestionamientos ecologistas, este cuento va a la médula del pensamiento oriental de una forma tan bella, y tan tan bien contada, que en cualquier parte del planeta se entiende y se ama. Sólo entonces, el mensaje ecológico, y todos los otros mensajes, sobre lo ancestral y lo mágico, cobran un sentido verdadero.
    ^_^ miyazaki me hace muy feliz

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  3. Tienes un buen blog, sigue así ;)

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  4. ENTERA PELÍCULA (y un bello reload de todo lo que dijo la javi!)

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  5. Pucha, compadre, que excelente película elegiste para tu nueva entrada... ¡y que justicia le diste! Dudo que pueda agregar algo a lo que ya expusiste, así que voy a hablar de la película que más me gusta de Miyazaki: "El Viaje de Chihiro".
    Lejos la considero de las mejores películas que he visto en mi vida. Y como bien dijiste de Mononoke, Chihiro tampoco es sólo una película sobre la madurez y el paso de niña a mujer, sino que tiene capas y capas de lectura. Cada vez que la veo me sorprendo con algo nuevo o la comprendo mejor. ¿Alguna vez te comenté que siempre he querido hacer un ensayo sobre Chihiro? Pero de esos gordos... una tesis analizándola entera. Algún día lo haré...
    Volviendo al tema, me asombra lo profundo (y a la vez simple) que puede llegar a ser Miyasaki con un mero "animé".
    Recuerdo también Mi Vecino Totoro, otra gran prelícula de este maestro, que si la pasaras a cuento no tendría una extensión mayor a las 10 páginas, pero que tiene una profundidad emocional (e intelectual) mayor a casi toda la animación oriental actual.
    Bueno, excepto Digimon 3. ¡Esa sí que fue una buena serie! :P
    Juan Eduardo

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